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El sacrificio de santa Gianna de arriesgar su vida por la salud de la hija que llevaba en su vientre inspira, y, en algunos casos, asombra a quienes escuchan su historia. Sin embargo, casi todos pueden estar de acuerdo en que fue un acto extraordinario de amor. El esposo de santa Gianna, Pietro, sostuvo que Gianna no sacrificó su vida por el deseo de alcanzar el cielo, sino sencillamente “porque era madre”. Todas las madres son capaces de realizar actos extraordinarios de amor abnegado, aunque estos actos pueden realizarse de distintas formas. Las madres merecen nuestra gratitud por los sacrificios que hacen para dar vida y sostenerla. Hoy, rezamos con agradecimiento por todas las madres.

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Oremos:

 

Oh Madre Santa, recibiste la buena nueva de la encarnación de Cristo, tu Hijo, con fe y confianza. Concede tu protección a todas las embarazadas que enfrentan dificultades. 


Guíanos en nuestro esfuerzo por hacer de nuestras comunidades parroquiales lugares de acogida y asistencia para las madres necesitadas. Ayúdanos a convertirnos en instrumentos del amor y la compasión del Dios bondadoso. 


María, Madre de la Iglesia, ayúdanos a crear la cultura de la vida y la civilización de amor, junto con todas las personas de buena voluntad, para alabanza y gloria de Dios Creador, y amante de la vida. Amén.

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(Padre Nuestro, Ave María, Gloria al Padre)

La Novena a Santa Gianna

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